Protección digital con enfoque de género: prevención de la violencia online contra niñas, niños y adolescentes a través de la tecnología


Artículo escrito por Xilene Siquero: Gestora por la PUCP. Ganadora de la iniciativa VOCES 2024 del Grupo Credicorp, con el proyecto GuardIAns.

Vivimos una realidad cada vez más digitalizada donde los riesgos que enfrentan niñas, niños, adolescentes y mujeres en los entornos virtuales se han vuelto más frecuentes, complejos y sofisticados. Desde el ciberacoso hasta el grooming, pasando por la difusión no consensuada de imágenes íntimas, las violencias de género en línea afectan de forma desproporcionada a los cuerpos feminizados y disidentes. Este artículo busca visibilizar estas problemáticas, explorar sus causas y consecuencias, y proponer respuestas concretas desde una perspectiva de derechos humanos y justicia social.

Violencia de género en entornos digitales: una radiografía urgente

A veces pareciera que lo digital está lejos de lo real. Pero la violencia de género en línea duele igual, afecta igual, y puede dejar cicatrices igual de profundas. Hoy, los ataques ya no necesitan un espacio físico: basta con un clíc, un mensaje, una imagen difundida sin consentimiento para vulnerar la integridad de una persona, especialmente si es mujer, niña o adolescente. Esta violencia toma muchas formas, algunas con nombres que suenan lejanos, pero que quizás ya conocemos de cerca. El grooming, por ejemplo, es cuando un adulto se hace pasar por alguien más para ganar la confianza de un niño, niña o adolescente, con la intención de abusar de esa confianza más adelante. El doxxing es cuando alguien publica datos personales de otra persona —como su dirección, su teléfono o su lugar de trabajo—con el fin de exponerla o ponerla en peligro. Está también el ciberacoso, que puede ir desde insultos hasta amenazas directas, y la sextorsión, donde se presiona o chantajea a una persona usando imágenes íntimas, reales o manipuladas.

No son casos aislados. Según datos recopilados por ONU Mujeres, la violencia de género en entornos digitales se ha convertido en una amenaza cada vez más presente para mujeres y niñas en todo el mundo (ONU, 2024). De hecho, a nivel global, 58% de las niñas y jóvenes reportan haber sufrido algún tipo de acoso en línea, lo que incluye desde comentarios ofensivos hasta amenazas directas o la difusión no consentida de imágenes íntimas.

En América Latina, si bien los datos sistematizados aún son escasos, diversos estudios y organizaciones regionales han señalado que la violencia digital afecta de forma desproporcionada a mujeres, adolescentes y niñas, especialmente aquellas que ya enfrentan otras formas de discriminación. La falta de regulación, el anonimato en línea y la baja alfabetización digital con enfoque de género agravan la situación, dejando a muchas en situación de indefensión.

La realidad es clara: navegar por internet no es igual de seguro para todos, y esto tiene consecuencias graves. La violencia digital no solo afecta la autoestima o la salud mental: también limita el acceso a la información, al derecho a expresarse, a participar en la vida pública. En otras palabras, restringe libertades fundamentales. Muchas adolescentes han tenido que abandonar redes sociales o restringir su participación digital debido al miedo, la ansiedad o el acoso sostenido. Por eso, mirar este problema de frente y nombrarlo importa. Porque si no lo hacemos, seguimos reforzando el mito de que lo que pasa en internet «no es tan grave» o que «es parte de estar expuesta». Y no. No es normal. No es inevitable. Y sí, se puede prevenir.

Las brechas digitales y la invisibilización del riesgo infantil

Hablar de violencia digital sin hablar de brechas sería quedarnos a mitad de camino. Porque sí, la tecnología puede ser una herramienta poderosa, pero no lo es igual para todas las personas. Y eso importa. Importa porque no todas las niñas, adolescentes o mujeres tienen el mismo acceso, la misma protección ni la misma voz en los espacios digitales. Uno de los problemas de fondo es la falta de educación digital con enfoque de género. A muchas niñas y adolescentes nunca se les enseña cómo navegar internet de manera segura, cómo reconocer situaciones de riesgo o qué hacer si alguien les hace sentir incómodas en línea. En muchos hogares, todavía se habla del «peligro de la calle», pero no del que está detrás de una pantalla. Y cuando se educa, muchas veces se hace desde la culpa o el control, en lugar de empoderarlas con información clara y con herramientas que realmente las protejan.

A esto se suma una regulación tecnológica que casi nunca piensa en la niñez y adolescencia como prioridad. Las plataformas digitales más populares no están diseñadas para protegerles: sus algoritmos no filtran adecuadamente los contenidos violentos o sexuales, sus sistemas de denuncia son lentos o ineficaces, y muchas veces no existen protocolos claros cuando se trata de menores de edad. La industria tecnológica, en general, ha crecido mucho más rápido que las leyes, y eso ha dejado huecos peligrosos, sobre todo para quienes ya están en situación de vulnerabilidad.

En el contexto de la creciente preocupación por la seguridad digital de niñas, niños y adolescentes (NNA), es crucial destacar los hallazgos del informe anual de 2023 del Centro Nacional para Niños Desaparecidos y Explotados (NCMEC, por sus siglas en inglés). Este informe revela un aumento alarmante en los informes de explotación sexual infantil en línea, con más de 36,2 millones de reportes recibidos a través de su plataforma CyberTipline, lo que representa un incremento del 12% respecto al año anterior. Además, se identificaron 4.700 casos de material de abuso sexual infantil generado mediante inteligencia artificial, una categoría que comenzó a monitorearse en 2023. Estos datos subrayan la necesidad urgente de implementar estrategias efectivas para proteger a los NNA en entornos digitales.​

Y si hablamos de diseño, hay una verdad incómoda que no podemos ignorar: las niñas y mujeres siguen siendo minoría en los espacios donde se crean estas tecnologías. Según la UNESCO, las mujeres representan solo el 28% de los graduados en ingeniería y el 40% en informática a nivel mundial (UNESCO, 2023). En el ámbito de la inteligencia artificial, solo el 22% de los profesionales son mujeres. Además, en los puestos directivos del sector tecnológico, las mujeres constituyen apenas el 24% de los profesionales.

Esta subrepresentación en áreas clave del desarrollo tecnológico implica que las perspectivas y necesidades de las mujeres y niñas pueden no estar adecuadamente reflejadas en el diseño y creación de tecnologías. La falta de diversidad en estos equipos puede conducir a soluciones tecnológicas que no consideren plenamente la diversidad de experiencias y necesidades de toda la población.​ Si no estamos presentes en las mesas donde se toman decisiones, es muy difícil que nuestras necesidades sean realmente tomadas en cuenta. La subrepresentación no es solo una cuestión de cifras; es una cuestión de impacto. Porque cuando los sistemas no se piensan desde una mirada diversa, tienden a reproducir los mismos sesgos de siempre.

Entonces, ¿qué pasa cuando las niñas están en internet, pero nadie las ve? Que los riesgos se vuelven silenciosos. Que su experiencia digital se construye sin protección real, sin representación, sin derecho a cuestionar. Y eso también es violencia. Una que muchas veces se disfraza de «falta de acceso», «poca supervisión» o simplemente de «cosas de la edad». Por eso necesitamos más que acceso a la tecnología: necesitamos acceso con sentido, con equidad, con justicia. Que cada niña tenga no solo un dispositivo en las manos, sino también el conocimiento, la red de apoyo y las herramientas para usarlo con libertad y seguridad.

GuardIAns: innovación comunitaria frente a la violencia digital, frente a una realidad tan dura, necesitamos respuestas que vengan desde la empatía, desde el territorio y desde la experiencia de quienes viven los riesgos cada día. Por eso nace GuardIAns, una plataforma educativa y de prevención digital pensada para proteger a niños, niñas y adolescentes (NNA) en comunidades vulnerables de Latinoamérica. GuardIAns no es solo una herramienta tecnológica; es una propuesta comunitaria. Es una invitación a repensar la seguridad digital no como un privilegio, sino como un derecho. A través de cuentos que reflejan realidades locales, videos explicativos y tests interactivos, la plataforma busca abrir conversaciones urgentes: ¿qué es el acoso?, ¿cómo identificar una situación de grooming?, ¿qué hacer si alguien me escribe cosas que no entiendo pero me hacen sentir mal?

Una de las innovaciones más potentes de GuardIAns es su interfaz amigable, pensada especialmente para niñeces. A través de un sistema que detecta mensajes de riesgo —como los relacionados con el acoso, el grooming o la explotación sexual— la plataforma puede generar alertas en tiempo real que lleguen directamente a padres, madres o cuidadores, permitiéndoles actuar a tiempo. Porque la prevención empieza por ver lo que muchas veces pasa desapercibido.

Pero lo que realmente diferencia a GuardIAns es su enfoque feminista e interseccional. Desde el diseño del contenido hasta las estrategias de difusión, las voces de niñas y mujeres han estado presentes en cada etapa. Se trata de construir un espacio digital que no solo proteja, sino que también empodere: que le diga a cada niña que su voz importa, que su experiencia es válida y que tiene derecho a estar segura, también en internet. En un mundo donde muchas soluciones vienen “de arriba”, GuardIAns apuesta por algo distinto: por escuchar a la comunidad, por trabajar con ella y por usar la tecnología no para vigilar, sino para cuidar. Porque sabemos que la verdadera transformación digital ocurre cuando ponemos a las personas —y especialmente a las más vulnerables— en el centro.

Propuestas para la prevención y mitigación de la violencia digital

Frente a un panorama tan complejo como el de la violencia digital, no basta con diagnosticar. Necesitamos actuar. Y actuar juntas. Las propuestas que siguen no son recetas mágicas, pero sí caminos posibles para empezar a cambiar las cosas desde distintos frentes.

  1. Educación en autocuidado digital desde edades tempranas:
    Es urgente incorporar el autocuidado digital como parte esencial de la educación, no como un módulo opcional, sino como un eje transversal. Hablar de consentimiento digital, privacidad, límites y bienestar emocional en línea debe ser parte de lo que niñas, niños y adolescentes aprenden desde el inicio. No podemos seguir postergando esta conversación hasta que ya haya pasado algo.
  2. Alianzas entre gobiernos, sociedad civil y desarrolladores tecnológicos:
    La tecnología avanza a una velocidad vertiginosa, y ninguna institución puede enfrentar sola los desafíos que trae. Necesitamos colaboraciones reales: entre quienes legislan, quienes diseñan y quienes cuidan desde las comunidades. Las soluciones más poderosas suelen surgir cuando escuchamos distintas voces, especialmente las que históricamente
    han sido silenciadas.
  3. Regulación de plataformas y diseño ético con enfoque de género y niñez:
    Las plataformas digitales deben asumir su responsabilidad. No solo como negocios, sino como actores clave en la construcción de sociedades más justas. Urge una regulación clara y efectiva que proteja a quienes hoy están más expuestas. Y urge también que el diseño de estas plataformas incluya criterios éticos que prioricen la seguridad y la equidad.
  4. Promoción de entornos digitales seguros, libres e inclusivos:
    Un entorno seguro no es uno sin conflictos, sino uno donde existe cuidado, escucha y posibilidad de actuar ante el daño. Apostar por lo seguro también es apostar por lo libre: que cada persona, sin importar su edad, género u origen, pueda expresarse y participar sin miedo al acoso o la censura. La inclusión no puede ser un “plus”; debe ser el punto de partida.

La violencia digital es una realidad que nos atraviesa, que no respeta fronteras ni horarios. Pero también es una realidad que podemos transformar, si la miramos de frente y actuamos desde lo colectivo. Este artículo ha querido poner en palabras algo que muchas veces duele en silencio: que niñas, niños, adolescentes y mujeres siguen siendo vulneradas en espacios donde deberían sentirse libres. Pero también ha querido compartir esperanza: la que nace de iniciativas como GuardIAns, de la fuerza de las redes comunitarias y del compromiso de quienes trabajan por una internet más humana.

Tenemos el conocimiento, la tecnología y, sobre todo, las ganas de cambiar las cosas. Que este portal sea un espacio para seguir creando juntas ese futuro digital más justo, más seguro y más nuestro. Un futuro donde todas tengamos voz.

Referencias:

NCMEC, 2023. 2023 CyberTipline Reports by Electronic Service Providers (ESP)

ONU, 2024. Preguntas frecuentes: Troleo, ciberacoso, doxing y otras formas de violencia
contra las mujeres en la era digital.

UNESCO, 2023. Día Internacional de la Mujer: una nueva ficha informativa destaca las
disparidades de género en materia de innovación y tecnología.

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